Este mundo infinito de memoria
como gélida noche del olvido,
ha quedado callado por descuido,
sin recuerdo, sin llanto, sin historia.
De mis risas de ayer y de mi euforia
indefensa y voraz, hoy me despido.
Le devuelvo sus flechas a Cupido
y sus sueños triunfantes y su gloria.
Ríos eran de besos. Terciopelos
de caricias, promesas sin fronteras,
un lenguaje de dichas infinitas.
Hoy apenas estrellas sin sus cielos,
flores, sí; pero no de Primaveras,
o quizá lo serán; pero marchitas.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC