Tu paisaje me recuerda infinitas variedades
de flores silvestres, indómitas y atrevidas,
virtud insoslayable de variadas calidades
que llegan como el tiempo, prestas y dormidas.
Tu paisaje es el atrayente costal de mis ideas
la revancha que al mar su tormenta le desata,
el vestigio perpetuo, la furia de su marea
los besos pasionales y la calma que lo mata.
Tus paisajes son incontables perlas irradiantes
sutiles y costosas, fieles y merecedoras,
caminan por senderos iluminando como antes
y tienen en sus manos el secreto de sus horas.
Tu paisaje me recuerda a esas sombras descubiertas
por mis ojos cansados en las noches de bohemia,
cuando escribo las prosas que te mantienen despierta
y sueñan mis gnomos entre difusas contiendas.
Tu paisaje es mi santo crepúsculo indefinido
el sabor de madreselvas entre bosques padeciendo
la ausencia de tu belleza y el manto que mis olvidos
cobijaron lo que recién hoy, casi yerto, no comprendo.