Me reconozco, en la habitación húmeda de los prontos recuerdos, la gota de la canilla pega y pega, en los absurdos de la noche, oigo sus gemidos, quizás la pronta respuesta a preguntas incoherentes, el sumo padecer de los derroches, en cada una de la místicas conceptualizaciones del humano herido.
Me reconozco, sin advertir que estoy vivo, porque yo? que de tanto renegar con el redentor, supe que la muerte era el pan diario de cada día,
mis huellas no mienten, exhuman partículas oseas de algunos compañeros, porque yo?, porque me diste esa oportunidad de saberme en deuda contigo, hombre poderoso y omnipotente, sabio y sabedor de las debilidades humanas.
Me reconozco, solo eso, callando situaciones,
vedando puertas abiertas, surcando menesteres innecesarios...Y hoy, me retornas a la vida, me haces respirar el aire de los santos inocentes, me entregas...me das la oportunidad de empezar a vivir sin las murallas que rodearon mi cuerpo y no querían derrumbarse.