En el abismo de mis recuerdos
voy depositando la nostalgia,
y aquellos versos, óleos y pentagramas
que de mis sentimientos afloraban.
Voy llegando, ya cansado,
a un final incierto, rememorando
los momentos de mi vida.,
- momentos inmensos -,
llenos de alegría.
Es así, que llevo en mi retina
el amanecer pasional de mis sueños,
la justicia transformada en sentimiento,
la belleza del inagotable respeto.
Pasa la madurez con estupor, por el camino que transito.
y me enseña a soportar el hastío de las reglas,
la crueldad de lo metódico y circunstancial de los sueños.
Y queriendo soñar aspiro a ser libre,
libre, como la obligación de hacerme sumiso
a la esclavitud de las normas,
libre, con el metódico convencimiento de mis reglas.
Es el tiempo el que crea y destruye,
pero siempre seduce.
es el tiempo el que persiste
con equilibrio emocional,
es el tiempo el que da y quita,
es el tiempo lo que he vivido
de una forma pasional.
Y me siento capaz de trepar por ese abismo
que aún no conozco, trepar por sus adentros
pues en ese abismo también existe el tiempo
y la libertad justificada de mis sueños.
Libertad, para ser libre,
libertad para pensar,
libertad para amar,
LIBERTAD.
Es mi deseo ser uno solo en mis adentros,
convertir la monotonía en arco iris de un solo destello,
ser la gota de lluvia que empapa la tristeza
para convertirla en felicidad renovada.
Libertad.,
libertad para soñar con anhelos
depositados en versos de amor,
libertad por ser la esencia de mi conocimiento,
libertad para ser respetado
por todos mis enigmáticos actos.
Y llega el manto fúnebre a apagar mis ojos,
lo presiento cerca, pues oigo el resuello jadeante
por la inmensidad de mi contorno,
y se me acaba el tiempo irremediablemente,
es momento de descansar y
lanzarme al abismo incierto del más allá.
Y sin vendas en los ojos,
sin miedo, con prestancia resuelvo acabar
con la inmensidad de mis sentidos,
aquéllos que han vivido cerca de mi alma
y me han seguido por el campo de batalla,
por los atardeceres sin brillo,
por la inmensidad de lo no permitido.
Pero no caeré, esperaré,
a aquél que quiso hacer preso mi corazón
de los evangelios subliminales de lo absurdo,
esperaré a que llegue, aquí sentado,
taciturno y preso del destino
en el abismo de mis recuerdos,
para gritar al cielo:
¡Libertad de pensamiento,
libertad y sentimiento!