Porque si pecáremos voluntariamente después
de haber recibido el conocimiento de la
verdad, yo no queda más sacrificio por
los pecados, sino una horrenda expectación
de juicio, y de hervor de fuego que ha
de devorar a los adversarios.
El que viola la ley de Moisés, por el
testimonio de dos o de tres testigos
muere irremisiblemente.
¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá
el que pisoteare al Hijo de Dios, y
tuviere por inmunda la sangre del pacto
en la cual fue santificado, e hiciere
afrenta al Espíritu de gracia?
Pues conocemos al que dijo: Mía es la
venganza, yo daré el pago, dice el Señor.
Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
Pero traed a la memoria los días
pasados, en los cuales, después de
haber sido iluminados, sostuvisteis
gran combate de padecimientos; por
una parte, ciertamente, con vituperios
y tribulaciones fuisteis hechos
espectáculo; y por otra, llegasteis
a ser compañeros de los que estaban
en una situación semejante.
Porque de los presos también os
compadecisteis, y el despojo de vuestros
bienes sufristeis con gozo, sabiendo
que tenéis en vosotros una mejor
y perdurable herencia en los cielos.
No perdáis, pues, vuestra confianza,
que tiene grande galardón; porque
os es necesaria la paciencia, para
que habiendo hecho la voluntad
de Dios, obtengáis la promesa.
Porque aún un poquito, y el que
ha de venir vendrá, y no tardará.
Mas el justo vivirá por fe; y si
retrocediere, no agradará a mi alma.
Pero nosotros no somos de los que
retroceden para perdición, sino de los
que tienen fe para preservación del alma. HEBREOS 10, 26-39