Igual como a Neruda, me gustas cuando callas;
pero no porque estés como ausente; no es por eso,
sino porque lo mismo que las enhiestas playas
de las silentes olas disfrutan más el beso.
Me gustas cuando callas porque si estás callada,
percibo más tu esencia, te siento más presente,
porque al guardar silencio, sin que me digas nada,
mi amor por ti se torna rotundo, contundente...
No obstante, cuando escucho tu voz, amada mía,
igual me gustas mucho. De modo que no importa
si me hablas o si callas; lo mismo yo te adoro.
Tu voz es a mi oído como una sinfonía
de Arcángeles que a mundos celestes me transporta.
Y del silencio ¿sabes qué dicen? que vale oro...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!