Sentí su Desprecio, como una Caricia,
Sus Senos Perfectos, su Cuerpo de Diosa,
Su Limpia Mirada, era una delicia,
Ella era una Niña, de Cara Preciosa.
Fue Frente a la Plaza, en la Dos Oriente
Yo Ansioso con ella, Breve Platiqué,
Soy Martha, me dijo, la Gente Pendiente,
Antonio, tu Amigo, yo le Contesté.
Sin Ella Quererlo, el Cielo a mis Plantas
Puso con tan sólo, su Dulce Promesa,
Tener sus Encantos, No era una de tantas,
Era como un Cielo, Que Embruja, que Besa.
Mis Alas Cansadas, Volaron con Fuerza
Cariño y Lujuria Clamaron por Ella
Pasaron las Horas, su Piel Suave y tersa,
Quedaron más lejos que Cualquier Estrella.
Después de dos Días, la Encontré Otra vez
La vi tan Hermosa, que Entendí el Fracaso
Su Ausencia a la Cita, fue un dulce revés
¡¡¡Ella es Alborada y yo soy Ocaso ¡¡¡.