¿Quién es ésta que sube del desierto,
recostada sobre su amado?
Debajo de un manzano te desperté;
allí tuvo tu madre dolores,
allí tuvo dolores las que te dio a luz.
Ponme como un sello sobre tu
corazón, como una marca sobre tu brazo;
porque fuerte es como la muerte el amor;
duros como el Seol los celos;
sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
Las muchas aguas no podrán apagar
el amor, ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes
de su casa por este amor,
de cierto lo menospreciarían.
Tenemos una pequeña hermana,
que no tiene pechos;
¿qué haremos a nuestra hermana
cuando de ella se hablare?
Si ella es muro, edificaremos sobre
él un palacio de plata;
si fuere puerta, la guarneceremos
con tablas de cedro.
Yo soy muro, y mis pechos como
torres, desde que fui en sus ojos
como la que halla paz.
Salomón tuvo una viña en Baalhamón,
la cual engendró a guardas,
cada uno de los cuales debía traer
mil monedas de plata por su fruto.
Mi viña, que es mía, está delante
de mí; las mil serán tuyas, oh
Salomón, y doscientas para los
que guardan su fruto.
Oh, tú que habitas en los huertos,
los compañeros escuchan tu voz;
házmela oir.
Apresúrate, amado mío,
y sé semejante al corzo, o al cervatillo,
sobre las montañas de los aromas. CANTARES 8:5-14