Tanta desgracia,
tanta ruina
de coger penas a manos llenas.
De equívocos trenzados
en el punto de la agonía,
con la súbita certeza
de que erre y no tiene remedio.
Y el oscuro trance
de enfrentarse al odio
aun con la conciencia tranquila,
es un licor que aniquila
lo mas sutil de la esperanza.
Me persigue el infortunio,
no me es ajena la mala suerte
y como si no fuera bastante,
en mi corazón,
la felicidad se va muriendo.
Y voy y vengo de un penal, y me recuesto
en mi libertad baldía con lobos
que hablan de usted,
mientras por la espalda te sacrifican.
Me tienen las amarguras por dueño
y ellas me quieren
porque yo no las quiero.
Soy aquel que resistió
las emboscadas del frío,
las patadas, los golpes
y en un punto fatídico
como el que extingue una llama
Se dio por vencido.