No mañana,
ni después,
ya hoy,
sólo hoy,
junto al cálido despertar
de un ocaso en madrugada,
diecinueve años se han perdido
enredados en la distancia
de un amanecer en su agonía;
estabas y se te veía
pálido y dócil en la risa,
surgías extendido
y eras voz
en las ideas aprendidas,
asomabas denso en el ansia y blando en la paciencia,
reposabas humilde en el apuro
de tu mirada luciente,
te hallabas ya
redimido en tu silencio,
vigente en tu ausencia
y tierno en el abrazo
con que te aferrabas, indómito y cierto,
como esperando ser
pausa y letargo
en el lento devenir
de un sendero aprendido,
hoy coronado de ti.
Ya no estás más hoy como estuviste ya antes
pero en el apogeo
de un vacío madrugar,
despertar a solas contigo y entre tanta agonía
es saberte siempre…
sabiéndote mío.