Pienso en ser de metal,
parar las balas,
que por mis venas corra gasolina,
saltar al vacío
y solo tener que reparar las abolladuras luego,
no sentir nada,
ni dolor ni placer,
ser frío y resistente,
sentimentalmente opaco,
sacarme brillo a diaro
y pulir cada defecto.
Pienso en ser un cigarro,
la llama prendida,
esperar el final,
consumiéndome a cada segundo que pasa,
utilizando mis sueños,
mis deseos,
como combustible,
y convirtiéndolos en humo,
y todo para acabar aplastado y fulminado
sin nada nuevo que aportar.
Pienso en ser un cerdo,
rodar por el barro
sin darle importancia alguna,
viviendo sin saber que soy alimento para otros,
condenado a muerte como todo
pero saboreando la basura a cada bocado,
no conocer el significado de imagen,
no conocer el significado de nada.
Pienso en ser un espejo,
reflejar cada paso que des,
mostrarte la vanidad,
la superficie,
dejar oculto lo interno,
hacer que tu vista sea casi nula,
que hables conmigo hablando contigo mismo,
ser un vigilante tranquilo
al que te muestras cada día,
ser algo que no puedes evitar.
Pienso en ser una moneda,
moverme porque me mueven,
valorado en la medida exacta,
tener dos caras,
ser medio de intercambio por algo necesario,
o al menos por algo más interesante,
tener iguales repartidos por todo el planeta,
ser motivo de lucha,
de paz,
de trabajo,
de esfuerzo,
ser un transeúnte al que todos quieren saludar.
Pienso todo esto y de nada sirve pensar,
eres lo que has vivido y vives,
y vives y has vivido lo que eres,
hablar de destino es hablar de lo inevitable,
cada decisión está ya tomada aunque no lo sepas aún,
y llegará el momento,
todo acaba llegando siempre,
todo acaba llegando siempre. . .