Sus ojos volaban en un cielo rojo,
cuando de tu boca, vio el sol crecer,
su fuego lucía al ver la luz,
como una estrella brillar,
las miradas perdidas en sueños momentáneos,
que las pupilas se alejan,
a tomar un rato
y tu acompañas el rato, con otro palo en la mano
y tu ronda, llena para convidar
los ojos mas chicos, mas lindo, mas finos,
y su risa, encendida moría y vivía
colgado del mar,
queres agrandar, y no podes,
su cara se entrega a la primer mirada,
tu madre te aclama.
-no soy yo es el otro-
le contestas, con la risa mas irónica,
las miradas te perjudican.
Ahora perdiste.