Cuan frío preludio de las horas muertas,
cuan álgido dominio de lo inexplicable,
ausencia furtiva
que brotas dentro
del álamo de fuego.
Cuan tibio susurro de los nevados
volcanes, latente el
recuerdo olvidado de un amigo perdido,
sofocado por la presión
de un nudo en la garganta
El despertar del tiempo,
el dormir del día,
la tierna fragancia de una
flor marchita, el leve gemir de
los bosques de lino,
el silbido del viento que atrae
a la lluvia fresca
y tempranera.
Un nudo en la garganta,
que asfixia la existencia,
de los pastizales
que invitan a dormir despiertos
y de sus lúgubres colores
que anuncian el final.
El ocaso de un te quiero,
el lamento de un suspiro,
la firmeza de una huída y
la caída de una tumba
que al tocar de los tambores
todavía se oía el palpitar
de su corazón.