Eres tierra de café,
de esa que no se vende,
de latifundio conocido
que asedió tu campo,
la nobleza tuya
y tu riqueza.
Eres tierra
de raíz profunda
de aroma y albura,
que acogió al grano
que te hizo sufrir,
que te hizo sentir
la añoranza de un grito,
en el bosque,
ente la mata.
Tu campesino.
mi hermano
de estirpe y de forja,
que no descansa,
sembró semilla
y cosechó inquietud,
hacedor permanente
de libertades,
de una Colombia
de gente ardiente,
que heredó la valentía
de un indio,
o de un criollo,
desde Álvaro de Oyón
y Antonio Nariño
hasta el que lucha hoy,
héroes
para el despertar
de un colombiano nuevo,
orgulloso,
por la recuperación
de su aroma arrebatado.