Y que te cuenten los charcos Que dejó el aguacero Y que te cuenten los mangos caídos Hasta el tan duro suelo… Porque a través de la ventana, Y bajo tus propios brazos, Mis sueños se escaparon inventándose un vuelo… Y se ensuciaron de barro… Y los pensamientos traviesos, Me echaron el carro Y se fueron tras ellos; Y me quedé dormida, Murmurando un te quiero Pero no pudiste escucharme, Porque estabas, como en el quinto cielo, Pues tu rostro era el de un ángel Satisfecho, hasta el mismísimo cuello...
Querida Lachanta: Eres un prodigio de imaginación. Me encantó tu poema, "Tu rostro era el de un ángel satisfecho hasta el mismísimo cuello".....!Magnífico poema! Un abrazo con tu primer diez. Tu amiga, Ivette Rosario. :risa_animada: :risa_animada: :risa_animada: