Al caminar me bajo, me identifico,
en ocasiones me cuesta existir;
a veces me cubro con poca sombra
en las praderas de mi alma.
Pero, me gusta caminar: me abro, sano,
y tú a mi lado caminas ciego, cerrado;
veo a tus mejillas navegando,
en donde el tiempo muere ahogado,
soportando lágrimas turbulentas;
veo el semblante de la gente mísera,
de gotas afligidas agonizando por la acera,
en busca de alcantarillas neurasténicas,
inundando las calles impunes,
la noche, tu aliento y el mío.
Cuando camino veo la brisa llevar angustia,
me abofetea la cara, me saca de quicio;
pero me gusta cuando camino,
lo abstracto me circunda, huele a espíritu;
siento el mal pensamiento, dolor, hambre;
al caminar siento también lo innegable,
mis zapatos se desgastan,
se impregnan del sucio cotidiano.
Me gusta cuando camino:
veo al pobre, el mito, la orilla del hambre,
atrás la puerta que no abre;
veo cosas raras y mil caras me ven,
mi sudor se une, solidario con sus ojos;
tan igual como Rosario Murillo en su decir:
"Necesitamos tu mano, tu rostro, tu sonrisa"