YA NO TE HABLARE POR FEA...

"YA NO TE HABLARE POR FEA"
Ya no te hablaré, por bella,
del enorme precipicio
que a tu buen criterio y juicio
-por más que siga tu huella-
hay entre los dos. Tú, estrella
prendida en el infinito,
y yo, apenas un barquito
que surcando el basto mar,
no para de navegar
despacito...despacito.
Te diré que desde ayer
me sumiste en la locura
y que, hundido en desventura
con tu esencia de mujer,
te quisiera ya querer
aunque tú no me desees,
pues me tienes atrapado.
Soy tu gracia y tu pecado;
pero tú no me lo crees.
Te rondo igual que a la tierra
que entorno al sol gira y gira
y bien templada mi lira
canto a tu amor que se encierra
al grito osado de ¡GUERRA!
que me aturde la razón.
Son ayes de mi pasión
que más que ayes son gemidos,
son mezclas de adoloridos
latidos del corazón.
Es tan grande mi emoción
que no obstante y que la abate
tu desdén, es mi combate,
mi esperanza y mi ilusión
que al ritmo del corazón
sincopado y sin tardanza,
ya su atrevimiento alcanza
límites insospechados.
Es cuestión de enamorados
que no pierden la esperanza...
Al fervor de la oración
con que yo tu amor imploro,
dos mil ángeles en coro
se unen presto a mi canción.
Mi cosntancia es un blasón,
mi tesón, el estandarte,
porque es cierto que en el arte
de amar, sólo quien porfía
tiene clara garantía
de alcanzar la mejor parte.
Es honroso siempre amar
aunque un tanto perturbado
andes tú y desorientado
sin saber dónde parar,
que tan sólo el caminar
limitando a la que te ama.
¿No es el amor una llama?
¿No hay fuego en tus labios rojos?
¿No hay lágrimas en tus ojos
que tu corazón derrama?
¿Por ventura tú no sientes
esa sed de amor que abrasa,
esa soga que nos laza
y temblar hace los dientes?
¿o es que entre tus pretendientes
soy el último desvío
y a pesar de que porfío
por tus mares navegar,
no podré tu amor lograr?
¡Ah, perdóname, bien mío!
¡Ay, perdona si sonrío!
que aunque ignores tú mi ruego
y aunque no sientas el fuego
de mi amor, de tanto frío,
que yo te amo, no lo niego.
Ponle diques a mi amor,
murallas a mi clamor,
cadenas a mi fatiga
y a tu desdén, bella amiga,
auméntale su fragor.
Tú has probado ya, preciosa,
el amargo y cruel sabor
de ese cáliz que el dolor
deja a un alma silenciosa.
Sabes bien cuán afrentosa
es la suerte de perder
cuando tú quieres querer
y lo que amas se te marcha
y detrás de aquél se marcha
tu afán de pertenecer...
No es lo mismo, amor, que te amen,
sin que tú quieras amar,
a ser amada y mandar
a la guerra a quienes llamen
a tu puerta y te reclamen
un poquito de tu amor.
Siempre habrá mayor dolor
al no amar que al ser amado,
como existe más pecado
en la espina que en la flor.
Ya no te hablaré por fea,
de este amor que en mí palpita,
aunque en mi alma resucita
la pasión que te desea.
En soñarte se recrea
siempre abierta a lo infinito,
porque yo soy un barquito
que, surcando el vasto mar,
nunca dejo de bogar
despacito...despacito.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)