A la canción ingénita
la que enarbola el alma
entre los pliegues íntimos
de su sigilo estrecho,
un acorde de sombras,
otro de luces nítidas,
vibran en sus silencios
acorralados, trágicos.
Sólo para mis penas
sólo a ellas le cantan
y al sueño de mis ojos
que su esperanza luce.
Y entre mis ojos danzan
quimeras inconstantes,
idilios inventados
entre el agua y el aire.
roza apenas mi mano
de tu esencia la llaga
y se escapa el suspiro
como un fantasma mudo.
Nado, nado en los mares,
nada, nada la vida,
Nada el pez en el agua
entre duros corales.
El dolor infinito
de tu ausencia marcada
trasnochada de luto
se revuelve en silencio.
Pero de aquellas notas
que nacieron conmigo
los ecos no responden,
los pájaros se callan.
Sólo revolotea
por sus grises fronteras
la música inaudible
de un arpa destemplada.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC