Ella posó su dedo frágil, débil, quebradizo
Sobre el gatillo frío, impávido, inmutable.
Maniobra frívola y versátil
Que sus miembros anestesiaron.
Bostezó con los ojos ingenuos su tristeza
Mientras seducía y apretaba
Lenta y lánguidamente
Su yema ocre en el gélido metal
Tan letal, tan nefasto.
Donde antes habitaban sus ojos acertados
Desde allí media la distancia que va
De la luz vital a la sombra mortuoria,
Este juego ruin de espectros era sólo un pasatiempo
De un tiempo miserable, canalla y sórdido
Porque se escondía algo más siniestro y fatídico
Detrás de aquella escena mundana, cosmopolita.
Sin dudas ni fluctuaciones ni titubeos
Y sin prisas ni prestezas ni prontitud
Su índice preciso, justo y puntual
Vaticinaba el melancólico y funesto principio de todo el final.
Era el montaje superfluo
De una vieja película de cine mudo
Donde el triste y doliente papel de su vida inmadura
Pasó fugaz, huidizo, vehemente, impetuoso
Sobre el tapiz grisáceo de su mirada
En mil imágenes incoloras
En mil figuras deslucidas
En mil sonidos silentes.
La última imagen,
La figura postrera,
El ulterior sonido
Eran los más crueles
Atroces y sanguinarios
Que la devolvían hermosa y suicida
Enfrentada al destino inexorable
Del caño verdugo y sin alma.
Creo que en las afueras
En los hoscos arrabales
Allá en el suburbio solitario
Llovía un denso, espeso gris.
Unas negras alas color noche
La llevaron liviana a pasear
Por el mundo tenebroso
Que solo conocen almas difuntas
Cuando el dedo insobornable
Se ciñó duro al metálico percutor
Que escupió una bala incandescente, rauda, presurosa
Por desgranar un río embravecido, furioso
De sangre, de sesos y de angustia
Que rompieron con la higiene de aquel cuarto,
El único testigo mudo que aprisionó
El más letal de los silencios.
Su cuerpo adolescente cayó lívido al suelo
Su alma quebrantada voló marchita hacia la nada
Confundiendo la sombra vital
De la luz mortuoria.
El amante pérfido, traidor, vil
Mientras en las afueras llovía
Un denso, espeso gris,
Brilló ausente en el aciago funeral.
Sergio Damian Vidal