La niña llora en la cuna
muy nacidita recién,
como si fuera ella quien
hubiera roto la luna.
En el desierto la duna
el viento ha de acariciar...
Yo también quiero llorar
con ese llanto inocente
que sin ser culpable, siente
que no hay nadie a quién culpar.
Llora la niña y parece
que la luna se ocultara.
Si su madre le cantara
para que su llanto cece...
pero crece el viento y crece
como crece el manantial
su lágrima de cristal.
¡Ay, sin amor, qué tristeza
desde que la vida empieza!
¡Ay, sin amor, cuánto mal!
No llores, niña, no llores
que el cielo te puede oír.
No comiences a sufrir
sin haber visto las flores.
Ya vendrán tiempos mejores
y otra luna y otro viento;
sólo así tu sufrimiento
tendrá sentido y valor.
Deja que llegue el amor
y sentirás lo que siento.
No desperdicies tu llanto
mientras no sepas amar,
que el llanto se ha de guardar
para el dolor y el quebranto.
Dulce niña, mientras tanto
déjate, déjate amar
y con el viento a cantar
vendrá tu madre, inocente,
como la duna se siente
por el viento acariciar.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC