Es la tumba del amor, el matrimonio,
un panteón que nos encierra la conciencia,
nos oprime lentamente con vehemencia,
y nos deja, como la mujer de Antonio.
Yo diría mas bien, es un demonio
que nos pincha con entera complacencia,
cuando somos todo amor, toda inocencia,
y quedamos como queda el Unicornio.
Yo no quiero ni pensar en matrimonio,
porque sobra con dos veces la experiencia,
la tercera no cometo ni en demencia,
aunque tenga que ingresar a un manicomio.
Yo prefiero ser por novia la excelencia,
que firmar un documento sin esencia.