Es amargo el corazón en su latir,
No hay proverbio que se atreva a desmentir,
Es oscuro sentimiento que le impide vivir,
Y no se atreve ni a labrar un porvenir.
Es sensación que oculta en compañía de oscuridad,
Son días que jamás habrá de olvidar,
Mano opresora en vientre que le impide respirar,
Nudo en la gargante prohibiéndole hablar.
Largas noches de invierno tendida en el sofá,
Con un libro de Machado en mano dejando las horas pasar,
Alumbran los dulces versos, una vela, en suavidad,
Y absorta mirando estrellas, el libro hube de cerrar.
Cuando ví las mil estrellas, juntas, todas sin igual,
Comprendí que en mi amargura compañía hube de hallar.
Y buscando en mil rincones,
En los campos sin labrar,
Volví a mi casa acompañada una vez más,
Solamente, de mi eterna amiga: Soledad.