Aquella tarde lluviosa de agosto,
Sus manos diciéndome adiós,
Con muchas lagrimas en sus azules ojos,
Y yo con el dolor de partir,
Ataviado con mí uniforme,
Mi fusil y mis implementos
Y en mi pesada mochila,
La incertidumbre de no saber,
Si volveré a verla.
Voy para la guerra
A defender nuestra patria,
En la estación me espera el tren,
Que me llevara lejos a combatir,
Contra otros seres que yo no conozco,
Pero que la vida no lleva a enfrentarnos
Por un pedazo de tierra
Que en sus entrañas encierra,
Oro y diamantes
E Ilusamente me pregunto…
¿Si Valdrá la pena una guerra por la riqueza de esta tierra si nosotros,
Los que por ella lucharemos
No sabemos
Si sobreviviremos,
Y mucho menos si de sus bondades disfrutaremos?
Solo esa tierra quizás sirva
Para sembrar nuestros cuerpos muertos,
Y cuando el recuerdo germine,
Una vez al año llevarnos flores
Y en nuestra lapida
Solo quede nuestro nombre,
Escrito por siempre,
Y en mi hija el dulce recuerdo de un hombre,
De aquel hombre que por la patria lucho,
Y que a ella siempre amo.