Hablas, princesa majestuosa de mis presentes cercanos, hablas y me transportas, cual una frase perpetrada en un hechizo adyacente...
Hablas, con la flor de tu sonrisa, envuelta en mis quimeras, con tus manos y el perfume, en las mías y su entrega, hablas en sinfonías de algún músico bohemio y en la bohemia de mis musas en tus cielos, hablas, en la dejadez de mi utopía, en los dedos húmedos de mis sueños en tu vida, en la soledad de esta tarde sin tu voz, en la batalla de mis celos, en la cultura del tenor asido a tus cuerdas, hablas en tus madreselvas, que me envuelven cuando recurro a tu mirada, en la inmensidad de mis pequeñeces y en la pequeñez de mis grandezas...
Hablas, cuando no te escuchan mis débiles sensibilidades y cuando mis lágriman escuchan tu mirada en mis pupilas.