Diosa dálmata que viste la luz
a orillas de ése señorial azul;
la blanca sal de tus mares
le dió a tu piel sus detalles.
Te colmó de fineza y blancura,
te brindó eternamente dulzura.
Te imagino princesa andando tus calles,
las de ayer y hoy, bellamente empedradas.
Con tu suave andar recorriendo los valles,
y jugando a ser paloma en bandadas;
desde entonces tu tierno ir y venir
ha logrado tus piernas esculpir.
Quiero que tus bellas piernas ¡Oh mi Diosa!
Sean la muralla de mi alma fogosa.
Déjame ser ese sol
que se refleja mejor
en tus dorados cabellos;
también broncearte los miedos.
Las brisas que acarician y aromatizan
divinamente tu sublime Adriático,
¡Oh mi majestuosa Diosa de Dalmacia!,
elegantemente y con ahínco
contornearon tus justas caderas,
por eso siempre te deslizas con gracia.
Ayer princesa, hoy reina, y por siempre mi Diosa.
Tu fino rostro una sonrisa siempre esboza,
y todo lo que se vé en tus ojos café,
más bello que amanecer de verano es.