A dos Vidas

Tienes la mirada ausente

y en el alma sientes sueño;

dentro de ti, aún caliente,

late un corazón pequeño

luchando contra la muerte.

Tienes la mirada ausente

y el cuerpo sientes extraño.

Tan sólo con veinte años,

has vivido suficiente

para sufrir tanto daño.

Todo tu ser está ausente

del ser que te está llamando.

"Madre, soy yo, no te vayas,

quiero la vida contigo,

quiero sentir el abrigo

de tus brazos, ¿por qué callas?.

Háblame, dime que un día

me besarás con cariño

y me dirás "ven mi niño".

Madre, siento que eres mía;

por favor, vuelve a mi lado

y abrázame con cuidado,.

soy pequeño todavía."

En el lecho estás dormida;

y es tan grande tu tristeza,

que abandonas la partida.

Ya no sientes la entereza

del camino de la vida,

ya no sientes esa herida

de tu propio corazón.

Has perdido la razón,

y buscas la despedida

como última ilusión:

es la muerte, con tesón,

tu desesperada huida.

Tu vida se está apagando,

poco a poco te adormeces.

Dentro de ti está gritando

algo que tu tanto quieres,

alguien que te quiere tanto.

"Madre, soy yo, si te mueres

deseo morir contigo.

Quiero tener, en el Cielo,

todo lo que ahora he perdido.

Por favor, di que me quieres,

siento frío y mucho miedo;

Madre, mi amor, yo te pido

que donde vayas me lleves.

No te oigo. Ya te has ido.

Voy contigo, no me dejes.

me estoy quedando dormido." .

"Madre, ya te siento mía,

por fin estoy a tu lado.

abrázame con cuidado,

soy pequeño todavía."

Gaspar Fisac