Dejame ser la sabana que tu piel acaricia,
Cuando al dormir tú, ella subrepticia;
Se adhiere a cada parte de tu ser.
Anhelando tu cuerpo desnudo recibirle,
En la quietud, un suspiro de placer exprimirle;
Y recibir la humedad que se encierra en ti, mujer.
Dejame ser para siempre tu esposo,
Pues tu eres mi dulce remanso, y mi gozo;
Y más que a ti, a nadie puedo querer.
Has de lado por un momento tu enfado,
Entra en mi alma
Que para ti es tan solo un vado;
Y que de súbito se vuelve profunda
Cuando tu me permites, que te llegue amar.