Sin saber, me arrimé a un árbol de buena sombra
que evitó se agrietara mi fragilidad vulnerable
el aroma de sus filigranas, me abraza y me nombra
me regocija en la tranquilidad de la tarde,
y hablo con el viento en monocorde nota,
la clorofila de sus manos que en mi pelo expande
perfilan en mi corazón mi ensueño gota a gota,
regocijando sin condiciones mi alma inefable.
Incólume es el sosiego de su abrazo que arrulla
rebasando mi vida en cascada de colores
para mis ilusiones, es aliento y frescura
para mi sentir, un acento de flores,
que ribetea luminosa mi pupila taciturna
que proyectaba la pena de mis frustraciones.
Entre las gemas verdes y migajas de silencio
y con el traje infinito de mi esperanza plateada
el crepúsculo insomne se reconcilia con el viento
y con su vestido celeste, me abraza la mañana,
la hilandera de sueños que ha parido el verso: despide la falsía con su espesa maraña,
y la piel de mi universo se alza en sentimiento
¡y soy como la primavera, asida a sus ramas!.