Luto de otoño

Caminando a tus ojos
perdí las flores
que había cortado
con el sol de otoño.
La lluvia arenosa
me obsequió las lágrimas
que derramé por tus manos
y el corazón que dibujé,
como un símbolo,
sobre tu frente de niña.
Las palomas arrullaron
mi seca garganta…
quebrado en mi pecho
quedó el sonido de tu nombre
y la memoria
de tu eterna sonrisa.
El ocaso me entregó
el dolor de tu ausencia
y la leve imagen
de tu sombra,
marcada para siempre
en el muro de mi tristeza.
Las hojas muertas
volaron en un círculo
sobre las placas de concreto.
El calor de la tarde
se transformó en hielo de nostalgia
bajo la figura de la luna
y el rostro severo de la noche.
Entre las aguas del crepúsculo,
atado en el árbol que sembraron
las gaviotas,
encontré un mechón de tu cabello,
mojado por el aire y la distancia.
En el silencio,
tu retrato me observó
mientras contaba
las gotas de melancolía…
(Para la pequeña B.)