Blandiendo en alto
Su cimitarra,
Aquél sarraceno
A diestra y siniestra,
A su paso
Sólo dolor infringía;
Eclipsando el sol
Con la sangre
Que tras de si dejaba,
Bajo las patas briosas
De su corcél,
Que desbocado
Solo a su orden corría.
Cuentan que allegóse
Un día a mi bella Alicante,
En donde unos ojos verdes
Su corazón
Para siempre cautivaba;
Haciéndole amarte
De ahí en adelante,
Y sembrar con amor
En tu tierra sus frutos;
Que hoy crecen en mi ilusión..
Mi dulce Valencia.
Más es el final de ésta historia,
Que en nada llega a cultivar
De aquél que la lea,
Su memoria;
Que no existe
Nada común en el sentimiento,
Que cada minuto
A nosotros acompaña.
Pues del amor..
Querido amigo;
Jamás podrá beberse,
La última gota.