Descifrando los signos de ceniza
el eco de tu voz dura, regresa,
llega a mi, cobarde, no me besa
y se aleja del alma que agoniza.
¡Cuánto dolor, se agita entre mis huesos!
¡cuánto silencio absurdo me condena!
crece la rebeldía entre las venas,
y en los labios por la falta de tus besos.
Ya no puedo seguir en esta senda,
en cada caminar dejo jirones,
cosechando heridas a montones
entregando mi sangre como ofrenda.
Me visto de ilusiones sin verdad,
que me llevan a vagar entre los vientos,
se lleva mis gritos el silencio,
¡El controla mi propia identidad!