Las palabras oscurecían mi esperanza,
Como cuando la noche se adueña de la ciudad,
Suplicarle a Dios ya no alcanza,
No seré para ella su felicidad.
Las cartas que eran para ella regresaron,
Sin ser abiertas, sin ser leídas,
Junto con ellas a mi alma contestaron,
¿Qué más esperas? Ya olvida.
Por terco le escribí otra misiva,
Donde entregaba pedazos de mi alma,
Quería saber si aunque sea estaba viva,
Su falta de respuesta mató mi calma.
Ahora solo escribo cartas de ausencia,
Porque son regresada sin ser leídas,
No recibo respuestas ni su esencia,
Su falta de respuesta acaba con mi vida.