DOS POEMAS DE ERNESTO R. DEL VALLE

UNO NO ESCOGE

 Uno no escoge el país donde se nace;

 pero ama el país donde ha nacido.

 Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;

 pero debe dejar huella de su tiempo.

  Gioconda BELLI . Nicaragua

Ha saltado el tiempo y la simiente yace

en los  gemidos del sexo y sus quimeras,

y al gozar la fuerza de las  primaveras,

«uno no escoge el país donde se nace.»

Uno puede nacer en paz y olvido

o emigrar al infierno si uno quiere

uno escoge el país donde se muere

«pero ama el país donde ha nacido.»

 

En tiempos de gaviotas o en surco furibundo

bajo un cielo estrellado o en un día de truenos,

afanes de serpientes o en horas de los buenos

«Uno no escoge el tiempo para venir al mundo»

Puede  el hombre estar  sin alas para el viento,

calcinado para siempre por la vida,

estar cargado de golpes o de herida

«pero debe dejar huella de su tiempo...»

MADRE

 «Un arrullo que vino con el viento 

 desde todo el azul de la dulzura; 

 un racimo de miel que se madura 

  bajo el cáliz feliz del firmamento».

  Georgina CUARTAS. Colombia

Madre llegó de Pan, de Miel y Verso

a instalarse al lado de mi cuna,

fue ala de amor como ninguna,

«un arrullo que vino con el viento»

Supo vencer el tiempo e inaugura,

hacia el vuelo frontal de las palomas,

sus maternales garras de leona

«desde todo el azul de la dulzura».

Por eso no me hiere el sentimiento

de saberla ya ausente, porque siento

«un racimo de miel que se madura».

Me entregó, libertad con atadura

la prisión de la galaxia, la juntura,

«bajo el cáliz feliz del firmamento».

  ©Ernesto R. del Valle. Cuba-EUA