El niño que no fue, penó toda su vida
entre latas vagas y calurosos sudores,
trabajando por la moneda mísera y perdida
entre manos nauseabundas sin saber de los colores.
El niño que no fue, aún siente la verguenza
entre chapas y cartones de sueños maldormidos,
atraviesa su quietud, se le escapa la paciencia
porque sabe que el futuro ya no vive en su nido.
El niño que no fue, no lee ni sabe de noticias
tan solo aparece despierto en alguna vereda,
con una diario tapado soñando con las caricias
que pudo haber tenido, en otras primaveras.