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Categoría: Sentimientos

EL POEMA DE TOMAS APOSTOL

"EL POEMA DE TOMAS APOSTOL"
Con tus brazos abiertos
y tus manos clavadas
y esa aureola de espinas
que perfora tus sesos;
con tu piel desangrada
por las llagas llagadas,
desgarrada a tal grado
que revela tus huesos.
Con tu cuerpo maltrecho,
tu mirar sin reflejos
y tus pies apostados
en la sólida Cruz,
sólo puedo mirarte
mi Señor, desde lejos
y me cuesta creerte
que eres Tú nuestra luz.
Ya ni tienes palabras.
Ya tu voz se ha apagado.
Todo ya nos lo diste,
todo ya lo entregaste.
Como Tú lo dijiste:
TODO SE HA CONSUMADO
y entre tus asesinos
moriste y nos dejaste.
Sólo falta una lanza
que tu pecho taladre
y que el sol pierda brillo
y en tinieblas nos deje;
que se burlen los necios
ignorando a tu Madre
y que yo del Calvario
cada vez más me aleje.
No es posible creerte
si me quedo en la Cruz
a mirar cómo juegan
los sicarios tus ropas
a los dados. ¿Qué quieres?
Soy tan débil, Jesús,
que hasta temo que piensen
que ya soy de sus tropas.
¿Cómo quieres que crea
si te has muerto lo mismo
que se mueren las madres,
que se mueren los niños;
si al marcharte me dejas
en un tétrico abismo
donde nacen las sombras
y se pierden cariños?
Cuántas veces dijiste
mi Señor, que Tú eras
el Camino, la Puerta,
la Verdad y la Vida
y por eso es que nadie
se esperaba que fueras
a dejarnos tan solos
y sufrir tu partida.
Aún recuerdo ese día
que te vi y me elegiste
para ser de los doce
que anduvieran contigo.
Fue una tarde de Otoño
cuando me sedujiste
y después de tres años
me llamaste tu amigo.
Te admiré tantas veces
como a un rey, como a un mago.
Dominabas los mares,
devolvías la vista
a los ciegos y luego,
al pescar en el lago
yo pescaba contigo,
te seguía la pista.
¿No recuerdas aquella ´
multitud que corría
tras de Ti, cautivada
por tu santa doctrina?
Solamente de oírte
con qué amor se encendía
como un fuego en el alma
que hoy, al irte, declina.
Yo por Ti dejé todo.
Me sentí tan amado
como nunca esperaba
que me amaran jamás.
Y te amé como a nadie,
me sentí tu soldado,
el más fiel de los hombres
que jamás hallarás.
Pero ahora, Maestro,
con tus manos clavadas
y esa aureola de espinas
que perfora tus sesos,
con tu piel desgarrada
por las llagas llagadas,
descarnada a tal grado
que revela tus huesos;
con tu cuerpo sin vida,
tu mirar sin reflejos
y tus pies apostados
sobre sólida Cruz,
sólo puedo mirarte
mi Señor, desde lejos,
pues me cuesta el creerte
que Tú seas mi luz.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)
Datos del Poema
  • Código: 43331
  • Fecha: 06 de Agosto de 2002
  • Categoría: Sentimientos
  • Media: 9.67
  • Votos: 3
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1,794
Datos del Autor
Autor Destacado Nivel: 7
Nombre: Heriberto Bravo Bravo SS.CC
País: MexicoSexo: Masculino
Fecha de alta: 22 de Agosto de 2002
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