Siempre ha existido un dilema,
Que gira en torno a la espada y la flor;
Pues si llegas a considerar que sirven para lo mismo,
Eres tratado como vulgar anatema,
Y en su cinismo, aquellos que con ello se divierten,
Como Santos Oleos te vierten,
El epiteto de falto de amor.
La flor que al ser cultivada,
Toma del campesino su cuota de sangre y sudor,
Llega a ser entre todas la mas apreciada,
Y escogida como la mejor.
La espada que al servicio de noble causa se ofrenda,
Aun que salga llena de sangre
Del campo de batalla y su fragor;
Se le conserva como la mas preciada prenda,
Que hubo de ser usada para restaurar la cordura y el honor.
En mi diestra blando una espada,
En mi siniestra llevo una flor;
En mi yelmo el simbolo de mi amada,
En mi corazon, para ella todo mi amor.
He aqui la piedra filosofal del hombre,
La eterna lucha entre el bien y el mal;
Por que en la busqueda incesante
De llegar a tener renombre,
El velo sutil que ambas les separa,
Con tenue accion llega a ser razgada, y nos puede hacer
La objetividad perder.
Grande es asi mi temor,
Pues los mas grandes genocidios,
Se han amparado en la poca tolerancia,
Y en el nombre de LA LIBERTAD