En el estadio

 El fútbol, el fútbol....

El fútbol es tal vez un sollozo profundo

que debería brotar cuando el hombre bebe solo

pero que suele asomar en extrañas compañías

por entre andanas, filas y galerías.

Cuando se produce un gol...

el viejo se una a la joven, el niño estrecha una mano

la joven su pecho ofrece al desconocido henchido

y los sedientos de vino y los ávidos de vida

beben juntos de ese esférico destino de cuerda y cuero.

El fútbol, siempre el fútbol...

El fútbol, como el eterno corazón del mundo

que late entre batallas de barro y entre piernas de acero

y entre el olor a puros y en los alientos unidos

que espesan la tarde turbia, entre banderas e himnos.

Qué noches de niebla densa,

que soles de medianoche iluminando ese verde

roto de colores de botas y sudaderas!

 A veces llueven penas, y a veces llueven pasiones

y en algunas ocasiones hasta llueven oraciones

que son como himnos de guerra.

El fútbol, siempre el fútbol...

Igual es el espíritu de un mundo al diablo vendido

por un plato de lentejas y un par de camisas viejas

que algunas tardes de enero, de esas sin sol ni luceros,

regresa a la vida en busca de un beso, de un roce tibio.

Dicen que es de tipos rudos, que no saben de poesía

ni ciencia, ni arte, ni filosofía

pero yo he visto gente que en plena refriega

compone odas, poemas, sermones, tragedias griegas

y hasta las más bellas y armoniosas melodías.

Todo es por el fútbol, por el fútbol...

dice la mujer incrédula,, sin dar crédito ni creer

sin entender ni aprender, que hay cosas que no se explican

que hay cosas que sólo existen desde antes de nacer,

y desde después de morir..

Es el fútbol, solo el fútbol, de alegrías espumosas

y tristezas de hielo y sombra que se deshacen sutiles

al sol de una leve resaca.