Vivimos en un mundo convulsionado y fortuito,
Donde indiferentes,
Cada quien piensa sólo en su porvenir;
Tratándo de observar el dolor ajeno
En un palco gratuito,
Desde el cuál y mientras no nos afecte,
Nos condoleremos de los otros
Sin perder la compostura,
O llegar a sufrir.
Más hay de los demás
Si el mal acaso nos acontece,
Por que inmediatamente pensamos que
No podemos ser los únicos..
Y si me pasó a mi, tiene que pasarte a tí;
Pués vernos en "igualdad" con los otros
Nos apetece,
Y para que esto sucediese,
Por subrepticios medios
Nos habremos de valer..
No importa que todo sea producto
De nuestras insanas pasiones.
Y entonces nos convertimos
En mercaderes de dolor,
Carentes de ideales o éticos sentidos;
Tratando de infundir desesperanza
En vez de ánimo o valor,
Inventándonos diversos tipos
De hasta psicolôgicos tormentos..
Para sentir egoicamente que los demás
Están peor,
Pero nunca mejor o igual que nosotros.