He conocido el infierno, las gélidas noches del polo
la profundidad del océano, la locura y la fobia,
he tocado fondo de un pozo putrefacto
encallé en las rocas frías, pereciendo y naufragando.
Con los estambres de algas, turgida me he perdido,
saboree el veneno tibio que adormece el sentido,
cataléptica he vivido ¡desde que no estoy contigo!
Parezco ánima en pena, eclipsando mis días,
pesadumbre de ruinas, voluntad refractaria,
mi dormir: un castigo, pesadilla y batalla.
Meridianos inmutables, cumplimiento la maldición,
manantiales de sangre, transmutación mortal,
no puedo aliviar mi paso, porque mi senda es fatal.
El eco de las sombras, son grito y socorro,
afilados los ruegos, se posan en tu sien, atraviesan conjurados
puentes de vacio, los llena el llanto mío
de dolor y recogimiento, caminando entre desechos
no puedo seguir fingiendo, que tu ausencia es la causa
de toda mi pobredumbre: ¡Una palabra entonces!,
una llamada basta, coge mi mano trémula
con sabor a mi alma, te regalo mi Perdón,
ocultando mi herida, quise negar tu nombre
pero lo debo decir, no importa cuanto resista:
¡No consigo vivir sin ti…!