Hasta el Final ...

No quiero que la costumbre
sostenga precariamente
nuestra unión, en el mañana;
no quiero que la rutina
sepulte los mutuos sueños
y aniquile nuestras ansias,
nuestro amor es diferente
a todo lo establecido
en las costumbres mundanas.
No basta la compañía,
el simplemente "estar juntos",
optar por "echar raíces",
convertirse en tieso tronco
y, al tiempo, extender las ramas
para que broten retoños
y los necios nos aplaudan
diciendo "qué buenos padres",
"qué familia tan cristiana".
¡Quiero vivir los momentos
que nos depare el destino
recorriendo otro camino
consagrado a nuestra dicha
y nuestro amor, en plenitud!
Quiero realizar tus sueños
de felicidad, sin trabas
y amarte como es debido:
¡adorarte en cuerpo y alma!
Quiero ser tu fresca sombra
y, al mismo tiempo, la fragua
en que se forje al rojo vivo
de este amor la eterna flama.
Entregarte mis sentidos,
mis pensamientos, mi calma,
mis momentos afligidos
y aquellos, enardecidos
de ternura, con constancia.
Deja a un lado el que los tontos
caigan pronto en el hastío
por torpeza e ignorancia.
Tú y yo somos tan distintos
de aquellas otras parejas,
tú y yo no somos ovejas
sin fuerza y criterio propios;
nosotros ya dominamos
el lenguaje del cariño
en una gama tan extensa
como la imaginación
de la que estamos dotados,
para marcar "nuestro rumbo"
y no el rumbo de los demás.
No, no será "por costumbre",
por simple y vulgar rutina,
que permanezcamos juntos
con el paso de los años
(mucho menos por el hecho
de haber firmado un papel).
Estoy seguro de amarte
hasta el final de nuestros días,
con sus penas y alegrías,
sin mentirte, ni olvidarte,
ni tornar las noches frías
ni, tampoco, atosigarte.
¡Es tanto lo que podemos
llegar a identificarnos!
Por eso, amor, comencemos
a recorrer "nuestra vida"
y vivirla sin preocuparnos,
¡que no hay fuerza en este mundo
que pueda ya separarnos!-
Eduardo Ritter Bonilla.