En la negra noche de luna llena,
sano mis heridas embriagantes,
esas que de dolor someten mi pena,
y que son sencillamente lacerantes.
Diseminar los recuerdos que me invaden,
el olvido es la salida mas perfecta,
sin embargo, mis penas ya no salen,
y se quedan clavadas como flechas.
Me pierdo en la oscuridad de tu indiferencia,
como sombra que al apagar la luz se esfuma,
y encuentro que en mis manos hace presencia,
ese olor de tu cuello que a mi ser perfuma.
Me encuentro con un lobo que se avecina,
grande, fornido y negra es su boca,
que se pasa de lado y luego asesina,
me traiciona como un día lo hizo una loca.
Entonces me di cuenta que ya me olvidaba,
de este sentimiento que me mantenía con vida,
pero en los dientes de ese animal agotaba,
los remedios para curar esta mi herida.
Hoy me encuentro cada noche con ese lobo,
desconfiando uno del otro, pasan los días,
porque temo sufrir algún otro robo,
otra traición de esa mujer que consideré mía.