LAS NARANJAS SON PARA AMANECER LOS DIAS Y LOS LIMONES PARA ALUMBRAR LOS SUE

LAS NARANJAS SON PARA AMANECER LOS DIAS Y LOS LIMONES PARA ALUMBRAR LOS SUEÑOS
Abrió los ojos, la despertó el canto del gallo como era costumbre, miro el limón aun brillaba débilmente sobre la mesa de noche. Se sentó sobre la cama, se froto los ojos, bebió un poco de agua de un vaso azul de la noche anterior. Abrió una de las cajas de la mesa de noche y saco una reluciente naranja. Su luz cayo como un rayo por toda la habitación. La puso en lugar del limon que guardo junto a otras cosas que guardaba en la caja. Era su manera de amanecer los dias. En los finos parpados de la mañana aun oscuros se vislumbraba un debil deseo del sol. Entre las paredes enmohecidas del cielo esos insectos diminutos que llamaba estrellas comenzaban a escapar de su docil mirada brillante. Aquella vez ella recordo el millon de deseos suyos que tuvo noche a noche hasta llegar por fin a la mañana en que lo veria. El cartero la habia despertado de su sueño eterno de mil noches y le habia entregado la carta de amor imposible que espero despierta en sus sueños. Aquella mañana como la anterior se habia despertado con un enorme deseo de que lloviera, pero nada pronosticaba lluvia aquel dia. La lluvia le quitaba esas manchas en el alma que ni con una vida de baños de jabon podria quitarse se decia. El despertador empezo a sonar estaba segura que lo habia apagado a golpes con el gallo. Pero entonces recordo que a veces ese gallo cantaba un poco mas temprano cuando la luz de la casa de a lado alumbraba el corral. Entre los dedos se revolcaba en su fiebre de amor la carta. Tenia un olor a edades del tiempo y a sudor hecho petalos de luz. La carta le decia que el queria verla despues de un siglo de frio, despues de que los huesos comenzaron a doler por la ausencia de ese calcio con que les espatillaba el amor. Ella lo recordo al comienzo desde un punto de luz en el cielo gris de su memoria. Entonces lo recordo, habia estado harta de todos los amores que la amaron como el, de las bocas que le quemaron con su nombre y que le decian soy el amame.
Recordo lo que el le dijo la noche en que los interrumpio un eclipse de luna. La luna se pone naranja una noche como esta nos volveremos a ver, luego la beso con todo el frio de aquella noche y se fue. Desde aquella vez ella vio un millon de lunas naranjas. Las conto todas. Se desnudaba sobre su cama, se moria del sueño esperando la proxima luna naranja. Asi envejecia sobre su cama. Cada otoño le fue tambien a ella quitando hojas secas de sus ojos, de su boca, de sus manos, pero rejuvenecia con los recuerdos. Se volvia mas olorosa como las rosas de las mañanas.
Cuando la carta llego ella aun dormia, la desperto dos veces el cartero( un dia antes). El gallo aquella mañana le parecio que no canto. Pero el despertador si habia enloquecido toda la mañana. Ella entre las sombras lo tanteo y no supo como lo apago. Creyo que el silencio seria lo ultimo que escucharia esa mañana. Se envolvio mucho mas la frazada. Los ojos cerrados con locura por temor de que la luz del sol espantara los espiritus de sus sueños. Fue cuando el cartero toco una vez para matarla y luego toco nuevamente para rematarla.
Ella harta se deshizo de las frazadas grises y por primera vez en mucho tiempo se vistio el cuerpo desnudo. Fue hacia la puerta y recibio al maldito ser que habia roto un siglo de penitencias. El con un sobre perlado lo esperaba impaciente en la puerta. -Luz Benitez? pregunto, la señora Luz Benitez? ella saco la mano por la ventanilla cogio la carta no hizo preguntas, aquel hombre en la puerta no quizo volver a tocar