Desaparecimos, sí, sin decir nada, sin dejar rastro alguno. Y, del otro pensamos, quizá, que no tenía corazón al dejarnos tan solos.
Mas quedó nuestra esencia, sí, esa que nos hizo recordar que un día estuvimos juntos, acariciándonos con el candor de nuestras miradas y con ese sentido te quiero que esperamos volver a susurrar y a escuchar, a pesar de las arrugas de nuestras lágrimas. ¿Por qué tener miedo? ¿A qué? Cuanto más nos envuelva el pasado más fuerte percibiremos que nos amamos. Mejor será callar y abrir la puerta de nuestras almas, para sentir cómo se aleja el olvido. Sólo así entenderemos, que nuestro amor, nunca abandonó del todo nuestras vidas.