Renglones del silencio.

Me crucé con el escrito del diablo
sin saber que a mí ser aludía,
con sello postal sin destinatario
y cierre de azufre de poca valía
simulé perderlo en el bello
trajín de tu alma y por iniciativa
me oculté de la lluvia, y por ello
mojé mis nostalgias en dos carestías,
atrapé su olor y en mis respiros
ahogué el llanto por hipocresías,
sentí el calor y a la vez en sus fríos
dominios obscuros sangré por tres días.
Minimizé el sitio y de tanta verguenza
baje el cierre de tu corto vestido,
desnudé tu piel entre calles extensas
que daban la imagen de orgasmos sentidos,
y me calló el refugio de esa vereda
tal cual lo soñaste por meses enteros,
con este renglón de silencio en las venas
con este dolor que merezco y no quiero!