Se ha muerto un angel.

Puedo soportar la duda de mil maneras
y hasta el dolor que se mezcle en mi sangre,
puedo dejar de entender la primavera
o que el vicio de morir hiele mis instantes.
Puedo acallar el grito de un momento
y estallar en ira, volcando mis ideas
pernoctar al paseo incesante de un viento
y romper en llanto en donde y cuando quiera.
Puedo a la vida engañar tan simplemente
y agradecer al enemigo sus sacudidas,
pero cuando a un niño lo alcanza la muerte
las palabras de mis versos parecen herejías.