Estaba un día un niño,
Cantando a la orilla del mar;
En su aria alegre,
Sus manos un castillo de arena
Eregía,
Pues en el,
Èl sentîa,
Que allí una princesa
Le iba amar.
Estaba otro día el niño - mozuelo,
Sollozando a la orilla del mar;
En cada suspiro pureza existía,
Por un amor que nunca llegaba.
Con la blancura que lo hacen las olas,
Al romper bravas el margen,
De la playa que circunda la mar.
Paso el tiempo y otros sueños
Su corazón ocuparón,
Las lágrimas sus ojos también
Anegarón;
Pués de su mente
La mar se había apartado,
A pesar de aquél pacto jurado..
De que nunca la habría de olvidar.
Estaba un día el niño, ya anciano,
Parado frente a la orilla del mar;
Sus ojos umbríos,
Su cuerpo ya cansado,
Apenas la mar podía conocer.
- ven conmigo.. y al tiempo de ayer.. volveremos- le dijó,
Abrazándole otra vez con sus sueños;
Retornando de nuevo aquél niño,
Que jugando y riéndo sin aliño,
Estaba un día cantando..
A la orilla que conforma la mar.