He decidido dejar atrás
Todo este mundo de vanidad material,
Cárceles disfrazadas de hogar;
Para correr tras el génesis,
Las raíces de un ambiente natural.
Tomar el machete
Y sembrar la tierra de nuevas semillas
En la búsqueda constante
De tiernos frutos de esperanza.
Ver cómo las flores rojas
Relucen como soles primaverales
Sobre el verde encendido de las plantas.
Ver los pétalos blancos de margaritas
Como una corona de gloria
Alrededor de un nido de polen
Germen de vida, germen de historia.
Observar cómo crecen los bananos
En racimos complejos
de simétricas ramificaciones,
musáceas benditas;
espera, larga espera
para un alma marchita.
Y en la bóveda celeste
Unas noches oscuras con puntos relucientes
Parpadeantes, centelleantes,
Sobre un manto de fondo oscuro,
Delicadas luces brillantes.
Otras noches claras
De luces cuasi plateadas
Una luna inmensa que se explaya
Sobre la cumbre de las montañas
Y sus faldas amplias.
Y el día se cubre de luz,
Sol tropical que señorea,
Vencido por instantes
Por nubarrones espesos y densos
Que se derraman en lluvias abundantes,
Dejando una atmósfera cargada
De fresco aire purificante.
Se repite, entonces, nueva vez
Un nuevo ciclo en la naturaleza.
Arroyos nuevos, lluvia fresca,
Un sol cálido, frutos de esperanza.
Ah, si durara para siempre
Y no fuera fruto de mi nostalgia.