Viejo Bar de Consuelos

Nunca pude comprenderla,
ni siquiera sorprenderla,
cocinero sin cuchillo,
cerdo sin su barro tibio.
¡Que extraña naturaleza!,
de dionisiaca belleza,
venenosa como serpiente,
he naufragado por tus corrientes.
Titiritera del amor;
me haz convertido en uno más de tus muñecos,
y con uno de tus hilos en el cuello
haz puesto fin a la función.
Convertido en una rata hambrienta comí del cebo,
disfrute vivir bajo tus trampas,
y el veneno de tus dulces palabras
termino con este fúnebre teatro.
¡Que gran cazadora!,
jalaste del gatillo,
y de un solo tiro volviste a ser la dueña de mis deseos,
Implacable…
Soy un perro fiel sin ama,
una pieza más de tu carrusel;
ya no me sabe bien el tabaco ,
ni el polvo de estrellas que tanto te gustaba oler.
Me desechaste como un par de anteojos de cuneta,
y yo como niño en bicicleta,
pedaleo rápido para volver a casa
con el corazón astillado.
Sacando lo último que me queda,
Gallardo, empeño tus fotos,
por un par de copas que ahogaran mis penas,
en este feo y viejo bar de consuelos.-.